Nuestra realidad y nuestro pensamiento sobre las cosas está marcado totalmente por nuestro tamaño y el modo en el que vemos todo lo que nos rodea. Un cambio de escala puede descubrirnos un Universo nuevo en lugares familiares.
Con este trabajo quiero maravillarme, emocionarme y sorprenderme. Quiero aprender a ver con ojos nuevos. Viajar a extraños lugares abstractos, redefinir objetos y texturas, aprender, sentir … casi tocar lo imposible. Ir de lo físico a lo abstracto y sentimental de lo que significa hogar
La creatividad es un concepto vago. Algo bello y borroso que se insinúa en nuestra mente y nuestro corazón. Algo que, tras mucho trabajo, se concreta súbitamente como la nitidez de esa ceja.
Arturo me hizo el regalo que le da sustancia a un momento preciso de mi vida en la que le abrí la puerta, sin complejos ni censuras, a mi parte creativa. Siempre estuvo ahí… prisionera del qué dirán, de la adecuación, del juicio posible.
Este pequeño souvenir de Noruega que sirve para coger una pequeña pizca de sal, navega por la mesa de la terraza y su mar en calma de vidrio.
Mitad nave espacial, mitad genialidad… mi servilletero de ikea está en mi casa como otras mucha cosas de esta marca. Un diseño estupendo de unos seres extrañisimos que son los suecos. Me encantan en mi entorno cálido mediterráneo tanto como me horripila en sus casas minimalistas.
Este té es un trocito de hogar se mire por donde se mire. Cada día, después de comer, nos hacemos una tetera y nos la tomamos durante uno de esos ratos de paz y descanso que compartimos juntos.
Los microtúbulos son estructuras celulares formadas por polímeros proteicos de 25nm de diámetro exterior y unos 12nm de díametro interior que intervienen en varios procesos celulares que involucran desplazamientos… (wikipedia)
Mirando un cepillo de dientes de cerca pierde la forma y cobran importancia sus partes… y esta estructura me trajo a la mente el nombre… haces de minitúbulos. Ya no es un todo, es un conjunto de estructuras unidas en un soporte.
Cortezas, semillas y otras cosas arrancadas de su entorno… privadas de su sentido intrínseco y convertidas en pequeñas piezas decorativas carentes de significado salvo el estético.
Un paisaje inesperado en la parte inferior de un escurridor de plástico de la cocina.
Un detalle místico y una línea enfocada como el hilo invisible que nos une a todos.
Este paisaje es espectacular. El viento a demanda. Me encantan los abanicos. Son útiles, son bellos, son un regalo perfecto. Los llevo a todas partes en verano… igual en un paseo que a un concierto de metal extremo.
Mientras vivió mi padre siempre mantuvo en su campo de naranjos un árbol de pie antiguo de la variedad navel washingtona para mi. Sabía que me encantaban esas naranjas en especial. He tenido la suerte de volverlas a disfrutar por amabilidad de Alfonso y de Amparo. Las disfruto y saboreo sabiendo que son sabores que se perderán con el tiempo, como los caramelos de mi niñez, las comidas de mi abuela o los farinetes de mi padre…
La aguja que guía nuestros días y noches. Sé que tengo vacaciones cuando ya no las miro.
Desde una altura apabullante nos asomamos a un universo micro apenas intuido. Edificios de madera desde un punto de vista cenital que me produce algo de vértigo. Luego fue divertido buscar durante semanas lo que había fotografiado sin poder recordar qué era…
Hay materiales que me resultan contradictorios, y el plástico es uno de ellos. Me maravilla su belleza, su utilidad y el ingenio que oculta detrás. Al mismo tiempo me molestra el uso que hacemos del mismo y nuestra falta de responsabilidad. Un claro ejemplo de nuestras capacidades y nuestra falta de juicio.
La combinación del vaso, el agua y el banco de la cocina
Una fotografía de la textura de un pañuelo que uso y tiro continuamente sin mirarlo siquiera.
Naturaleza muerta (y petrificada) de antiguos mares de Cuenca.
Una imitación que homenajea a los que fueron hace muchísimo tiempo.
Formas geométricas que vistas de cerca están llenas de imperfecciones. Ventanas a través de las cuales la luz ilumina apenas momentos felices.
Un paisaje alucinante e irreal
Espacio cerrado de aparente felicidad que siempre resulta inevitable y amargo.
Este sí es un paisaje increible que se extiende a lo largo y ancho de nosotros mismos.
La piel sometida a un frío intenso sufre una contracción exagerada de los vasos sanguíneos. Esto priva de sangre, y por tanto de oxígeno, a las células, lo que provoca cianosis y la piel se vuelve azul.
El azul es un color frío.
La piel sometida a temperaturas altas abre los vasos sanguíneos para eliminar calor y la piel se vuelve roja.
El rojo es un color cálido.
Titulé esta fotografía ‘colinas verticales’ pero no merece tanta poesía. Detesto el gotelé. Siempre he vivido en pisos con paredes con gotelé que tenía la clara intención de disimular paredes irregulares. Es un paisaje feo.
En cuanto hice esta foto y la vi en la pantalla me encantó. El acercamiento a un conjunto de coleteros de forma que la abstracción es total. La repetición de la forma helicoidal que se intuye incluso en los brillos y halos, unido al color rojo. Como diría un compañero de A todas luces, en cuanto la ví pensé… ¡la tengo!